Por: Geogette Murillo y Rubén Lacan
El valor humano y social de la producción de tejidos mayas, se ha convertido en una tendencia internacional, que pone en desventaja a los artesanos guatemaltecos frente a la confección industrial.
La industria textil artesanal, es considerada como una vía comercial con alto beneficio, dejando de lado el valor y significado cultural. Los artesanos están en desventaja ante los grandes comercios porque la confección industrial desplaza su labor disminuyendo el tiempo y los costos de producción.
Además las marcas reconocidas venden el producto a precios muy elevados y no pagan a los autores originales un precio justo. Según la Asociación Guatemalteca de Exportadores, el panorama de comercialización de textiles fue el mayor generador de divisas para el país en 2011 con más de mil 500 millones de quetzales.
Esto causa inconformidad con las tejedoras guatemaltecas, expresándose que son utilizadas. Gloria Estela, quien practica esta labor indica que “se debería dar un incentivo a las tejedoras porque hay muchos impuestos que se desvían, por lo que pedimos se nos reconozca nuestra labor. Además que en la actualidad hemos sido utilizadas, cuando colocan fotografías en vallas publicitarias, propagandas con una tejedora o con un lienzo del trabajo que nosotras hicimos”.
Estela manifiesta que debido a ese tipo de publicidad los turistas son atraídos al país, mientras que a las tejedoras no se les reconoce como imagen cultural, laboral, ni en ningún aspecto.
El diseño de estos productos artesanales ha llamado la atención de diseñadores reconocidos y casas de alta costura a nivel nacional e internacional que han empezado a incluir fragmentos de estos tejidos en sus creaciones.
En el país existen muchas familias mayas que viven del oficio del tejido, la mayoría de estas venden sus productos en mercados y en sus comunidades. En ocasiones los pueblos son visitados por comerciantes para adquirir prendas artesanales nuevas o usadas solo para copiar el diseño de los tejidos.
Silvia Aspuac, Directora de representante de la Asociación de Tejedoras de Guatemala (AFEDES), indicó que “se considera también que las empresas están plagiando los diseños, porque no ha habido ningún permiso concedido hacia ellos para poder hacerlo y el Estado en este momento no está respondiendo a favor de las mujeres tejedoras”.
Es importante mencionar que estos productos están elaborados con base en la cosmovisión, ideología e historia de los pueblos guatemaltecos. En la sociedad se desconoce que el corte de un diseño cultural es un acto irreverente y de violación a sus derechos.
Cada pueblo tiene sus propios diseños que los identifican por sus características y delimitación geográfica.
De acuerdo con las autoras artesanales de estos productos el tiempo para elaborar un güipil es de 3 meses, el cual es valorizado en 3 mil quetzales aproximadamente, un tejido industrial de igual diseño es elaborado en una semana, pero la calidad es diferente, además de que son elaborados por empresas reconocidas que tienen la las capacidades de ofrecer los productos a clientes que comprar por grandes cantidades.
Un producto industrial es exportado y vendido en cantidades tres veces mayores a las que se le paga a las tejedoras de espalda o manual. Una prenda artesanal usada tiene un valor mínimo de 300 quetzales, pero la falta de ingresos económico ha provocado que las mujeres se deshagan de sus prendas a un costo de cincuenta centavos por cada una.
En la actualidad, en el país existen diversas asociaciones que apoyan a las comunidades mayas a aprender la práctica de esta labor a través de clases de tejido y bordado manual, debido a que esta práctica cultural se ha ido perdiendo.
Debido a ello El Movimiento Nacional de Tejedoras Mayas, con el apoyo de Leocardio Juracan, Sandra Moran y otros 11 diputados, presentaron el 7 de marzo de 2017 la iniciativa 52-47.
Este proyecto busca ampliar la ley de propiedad intelectual y colectiva para reconocer a los pueblos indígenas como autores intelectuales, a través de 4 reformas. En las leyes de derechos nexos, de derechos de autor, desarrollo artesanal y de propiedad industrial.
La diputada al Congreso de la República, Sandra Moran, quien impulsa esta iniciativa le da muy pocas probabilidades a que ésta sea decretada. “La iniciativa ya tiene dictamen favorable y ahora el trabajo es lograr que entre al orden del día y empieza su camino a través de primera, segunda y tercera lectura, por articulo y discusión final”, indicó la diputada Moran.
Moran manifiesta que no es fácil porque generalmente las leyes en favor de los pueblos o de las mujeres no necesariamente tienen los votos en el Congreso.
El movimiento nacional de tejedoras considera que la parte jurídica y legal es un punto en todos los aspectos que conciernen a la protección de los tejidos. “En este momento los pueblos se están organizando a través de consejos comunitarios para tener protección a través de acuerdos municipales y a través del marco de libre determinación como pueblos indígenas” expresó Silvia Aspuac, Directora de AFEDES. .
“Están elaborando protocolos de cómo poder organizarse con las empresas para tener vías de diálogo. Con ello no todo queda en la ley, si está en la ley es mejor, porque los autores artesanos tendrían un sustento jurídico para poder protegerse frente a terceros”, puntualizó Aspuac.
También recalcó que con ley o sin ley seguirán buscando la protección de tejidos a través de acuerdos internacionales, como la OMPI (organización Mundial de la Propiedad Intelectual) que ha generado diversas políticas y documentos que hablan sobre la protección de los tejidos y eso les beneficia.
Además de la iniciativa 52-47 existes otras organizaciones que apoyan el movimiento textil artesanal, tal es el caso de Moda Ética Guatemala, que lleva siete años en el país organizando viajes y talleres para turistas con las pequeñas tiendas de Guatemala.
James Dillon y Kara Goebel quienes fundaron Moda Ética Guatemala, la primera plataforma y futura web de negociación para fomentar el comercio justo con la moda local. Buscan que los productores puedan cobrar el Derecho exclusivo de un autor que les corresponde, a través de esta plataforma.
Existen asociaciones que se han encargado de luchar por mejores condiciones para las artesanas tejedoras, tal es el caso Asociación de la Industria de Vestuario y Textiles, que indica que el sector del vestuario y textiles es percibido nacional e internacionalmente, como un sector competitivo y responsable por su versatilidad, flexibilidad y rapidez en atender y responder con calidad.
De acuerdo con esta institución la industria textil representa más de 1,500 Millones de dólares exportados, 8.9% de la producción nacional (PIB), 19% de la producción nacional industrial (PIB industrial), 46% de las plazas de trabajo es ocupado por mujeres.
Por último y más grave de los factores de desventajas, es que las nuevas generaciones dan un valor insuficiente a la práctica de esta cultura.