Hace más de 45 días que los organismos de represión venezolanos han lanzado bombas lacrimógenas, disparos de goma y hasta han utilizado armamento de guerra sin misericordia, contra las manifestaciones pacíficas que se han desarrollado a lo largo y ancho del país. Desde aquel entonces el cielo y el futuro de Venezuela se han nublado. No obstante, el Sol de la Esperanza brilla día y noche.
El país está extenuado de muchas cosas, pero sobre todo cansado del autoritarismo del régimen. En el país que vio la luz primera de la libertad, se enfrentan todos contra todos. Para el oficialismo los malos son los opositores y para los opositores los malos son los oficialistas. No existe un punto medio. Ya no se ve la paz ni el amor en las calles, todos están a la defensiva llegando al punto que hablar de política es casi una crónica de una muerte anunciada.
Todos tienen odio, frustración y temor a encontrarse con la desventura. Sin embargo y, con la valentía que ha caracterizado a este pueblo, cada mañana toman sus dos armas: La Gorra Tricolor y La empuñadura de la Esperanza para salir a expresar su opinión. Es así como, los venezolanos salen vestidos a marchar en el asfalto. Vienen de todos los rincones: de Caracas, los Teques, Valencia, Mérida, San Cristóbal, Barquisimeto y hasta de Maracaibo. Todos con un corazón ardiente y pensamientos de FE para que éste Génesis donde Caín mata a Abel a diario termine pronto.
Todos en las manifestaciones se preguntan: ¿donde están los militares institucionalistas que juraron frente a la bandera y a la constitución, defender al pueblo, hasta perder la vida? La respuesta salta a la vista. Las pasiones e intereses de personas y grupos los han corrompido. No escuchan ahora el clamor popular y cuando las voces del pueblo son muy audibles; se los calla. En este país donde más de 45 jóvenes han ofrendado su vida hasta el día de hoy.
El país que antes era considerado el más rico y feliz de la América latina, debido a su riqueza petrolera. Ahora se encuentra sumido en la nostalgia, dando lugar a una infinidad de cuestionamiento que radica en un: ¿Dónde están? Si, donde están: Los niños jugando por las calles, los abrazos sin razones, las palabras dulces, la amabilidad , las fiestas sin motivos, era un país donde reinaba la familiaridad, el respeto y la alegría, la libertad de hablar y pensar, la libertad de caminar por sus calles y de conocer cada rincón maravilloso que tiene este país.
¿Hasta cuándo Venezuela estará en esta situación? Hasta que sea necesario claman todos los ciudadanos. Y así, como la noche está irremediablemente condenada por la salida del sol, los gobiernos que no escuchan a su pueblo están condenados al fracaso, en este caso, ni la historia ni el Dios que está en el cielo absolverá a este grupo de corruptos, delincuentes, ignorantes, ladrones, terroristas y hasta narco-traficantes de turno.
Los venezolanos de corazón son aquellos héroes de la vida diaria y cotidiana. En su mayoría anónimos. Aquellos que salen a la calle a luchar día tras día arriesgando todo, y que reciben del gobierno, una sola respuesta: represión, una represión que con el curso de los días los a concientizado a tener mas fuerza y ganas de luchar. Son los que quieren una Venezuela libre, feliz y económicamente estable. Si logramos ceder a nuestros caprichos personales y damos un pie al costado, el florecimiento vendrá, porque la lógica no implica fuerza.
Venezuela sigue siendo el país de hombres y mujeres admirables, valientes, profesionales, llenas de sentimientos y esperanza. La patria guerrera y cuna de muchos libertadores americanos que colgaron sus sueños, sus batallas y sus esperanzas por un futuro prometedor para las naciones. Algo está a punto de terminar en Venezuela y vienen vientos de cambio. La bruma de los gases no deja ver bien todavía qué será ¡aun no se sabe! pero se tiene FE y esperanza a que algo bueno vendrá.